Retablo ayacuchano

El retablo ayacuchano, tiene su origen en las antiguas cajas de madera con figuras de santos en pintura, bulto o relieve creadas por el cristianismo en Europa oriental durante los inicios de la Edad Media, y que en España se convirtieron en las “capillas de santero” fueron introducidas en el Perú con la instauración del […]

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El retablo ayacuchano, tiene su origen en las antiguas cajas de madera con figuras de santos en pintura, bulto o relieve creadas por el cristianismo en Europa oriental durante los inicios de la Edad Media, y que en España se convirtieron en las “capillas de santero” fueron introducidas en el Perú con la instauración del Virreinato.

Fueron los artesanos de la ciudad de Ayacucho que adaptaron esta herencia cultural a sus propias costumbres, destacando por sus finos trabajos en el tallado de figuras religiosas o modelado en materias blandas. La población indígena hizo una selección de santos católicos útiles a su fe y lo ubicaron en el cajón de santero, el cual tiene una puerta con dos alas decorados en el interior y exterior con diseño de rosas y otras flores que aluden al mundo celestial y un frontón con ribetes igualmente pintados. Usualmente, el interior de la caja se compone de dos niveles, el superior contiene cinco figuras de santos en medio relieve, en el piso inferior se recrea las escenas de la vida cotidiana; es la representación estructurada según la cosmovisión del hanan pacha (mundo de arriba celestial) y del kay pacha (este mundo terrenal).

Estos objetos llamados “cajones san marcos o san lucas”, fueron usados por la población indígena en sus ritos mágico-religiosos para pedir a estas divinidades la protección y la fertilidad del ganado, de este modo y por su función comunicativa con los espíritus del cerro y la tierra.

En la década de los años 40 del siglo pasado, los artesanos ayacuchanos iniciaron una transformación artística en la elaboración de retablos con nuevas temáticas como las fiestas patronales, danzas tradicionales, peleas de gallos, corridas de toro, eventos patrióticos, entre otras, que, poco a poco, adquirieron mayor protagonismo. Estas nuevas formas de manifestación se caracterizaron más por su valor estético que por su carácter ritual.

Los retablos tienen forma rectangular y se elaboran con madera de cedro. Si bien no hay medidas oficiales, los clásicos diseños miden aproximadamente 32 cm de alto y 26 cm de ancho con las puertas extendidas. Para hacer la caja se utiliza madera de tamaño relativo, acorde a la cantidad de escenas y pisos que se desea dar a la pieza. La caja es cerrada en el lado posterior y abierta al frente, lleva un frontón en la cima y puertas adheridas a los lados con cuero.

El trabajo empieza con el blanqueo de la caja con yeso, una vez seca, la superficie es policromada y decorada con motivos vegetales. Al interior de la caja según los niveles o pisos que presente, se componen las escenas a partir de figurillas que suelen medir entre 6 a 7 centímetros, hechas de pastas, las cuales se elaboran de yeso cernido con agua y harina (algunos retablistas usan papa molida y jugo de níspero). La masa obtenida es modelada a mano o formada en moldes para componer las figurillas. Una vez secas, las figurillas se pulen y pintan, para luego fijarse en la caja con pegamento. La pintura empleada es de tipo azoico, conocida como anilina. El proceso pictórico implica ciertas fases: una vez modelada la figurilla se alisa

Se representan manifestaciones religiosas, fiestas populares, acontecimientos históricos, y eventos patrióticos como desfiles militares o se dedican a personajes, presidentes o generales, campesinos, héroes, etc.

English

Ayacucho Altarpiece

The Ayacucho altarpiece has its origin in the ancient wooden boxes with figures of saints in painting, bulk or relief created by Christianity in Eastern Europe during the beginning of the Middle Ages, and which in Spain became the ‘santero chapels’. They were introduced in Peru with the establishment of the Viceroyalty and adapted this heritage to their own customs, standing out for their fine work in the carving of religious figures or modelling in soft materials.

The Indigenous population made a selection of Catholic saints useful to their faith and placed them in the santero box, which has a door with two wings decorated on the inside and outside with a design of roses and other flowers that allude to the celestial world, and a pediment with equally painted borders. Usually, the inside of the box is composed of two levels, the upper level contains five figures of saints in half relief, and the lower level recreates scenes of everyday life. It is a structured representation according to the cosmovision of the hanan pacha (heavenly upper world) and the kay pacha (this earthly world).  These objects, called ‘cajones san marcos or san lucas’, were used by the Indigenous population in their magic-religious rites to ask for protection and fertility for their livestock, in this way and because of their communicative function with the spirits of the hills and the earth.

In the 1940s, artisans began a transformation in the elaboration of retablos with themes of patron saint festivities, traditional dances, cockfights, bullfights, and patriotic events, among others. These new forms of manifestation were characterised more by their aesthetic value. The retablos are rectangular in shape and are made of cedar wood. Although there are no official measurements, the classic designs measure approximately 32 cm high and 26 cm wide with the doors extended.

The box is closed at the back and open at the front, with a pediment at the top and doors attached to the sides with leather. The work begins with whitewashing the box with plaster, the surface is polychromed and decorated with vegetal motifs. Inside the box, depending on the levels or floors, the scenes are composed of figurines that usually measure between 6 and 7 centimetres, which are made from plaster sifted with water and flour (some retablists use ground potato and loquat juice). The resulting dough is modelled by hand or formed into moulds to make the figurines. Once dry, the figurines are polished and painted, and then fixed to the box with glue. The paint used is of the azo type, known as aniline.

The painting process involves certain phases: once the figurines have been modelled, they are smoothed, religious events, popular festivals, historical events, and patriotic events are depicted or dedicated to personalities, presidents, peasants, heroes and other subjects.

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