Mates burilados cochas grande y cochas chuco

La lagenaria vulgaris es una calabaza, conocida desde muy antiguo como mate, que fue utilizada desde tiempos prehispánicos como insumo para elaborar diversos objetos utilitarios tales como recipientes y utensilios de cocina, así como también como objetos mágicos religiosos La práctica de decorado de mates en el territorio nacional se remonta a tiempos prehispánicos existiendo […]

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La lagenaria vulgaris es una calabaza, conocida desde muy antiguo como mate, que fue utilizada desde tiempos prehispánicos como insumo para elaborar diversos objetos utilitarios tales como recipientes y utensilios de cocina, así como también como objetos mágicos religiosos

La práctica de decorado de mates en el territorio nacional se remonta a tiempos prehispánicos existiendo hallazgos de mates decorados que datan de 2500 años antes de Cristo (hallados en Junious Bird en Huaca Prieta, Valle del Chicama, La Libertad) y mates pirograbados que datan de 2220 años antes de Cristo (hallazgos de Haas y Creamer), desde entonces, esta práctica se ha mantenido vigente en distintos puntos del país a través de los periodos colonial y republicano.

El mate es un soporte material importante para la creatividad de los artesanos que los trabajan, alberga diseños asociados a la vivencia y memoria de sus creadores. Los mates decorados elaborados antes de la llegada de los conquistadores españoles al Perú exhiben motivos geométricos y figurativos relacionados a la cosmovisión de los pueblos que los elaboran. A partir de la colonia, a la par de otros motivos ornamentales, surgen representaciones de personajes vestidos a la usanza occidental de la época, a modo de retratos, y abundan los mates guarnecidos de plata para beber la yerba mate.

El patrón costumbrista de representación de escenas que se práctica en la actualidad y comúnmente recoge acontecimientos importantes de los pueblos o escenas de la vida cotidiana del siglo XIX.

En la actualidad, esta expresión tiene dos (2) escuelas predominantes: la de la costa norte, con la técnica de mate quemado con ácidos y la de Cochas Chico y Cochas Grande en el valle del Mantaro, con las técnicas del pirograbado y del fondo negro.

Debido a la antigüedad y continuidad de las técnicas del burilado de mates, por su carácter de soporte de la creatividad y la memoria colectiva del valle del Mantaro, el arte de burilar mates en los anexos de Cochas Chicos y Cochas Grande, distrito del Tambo, provincia de Huancayo, departamento de Junín, constituyen centros más importantes de producción en el país

Los mates del valle del Mantaro a incio del siglo XX registraban escenas vinculadas al calendario agrícola y ritual, como costumbres, tradiciones y fiestas locales, tendencias que se mantienen en la actualidad. Asimismo, los mates burilados son transmisores de la memoria de sus creadores, y a través de estos, de la memoria colectiva de los pueblos en los que se practica este arte,

Para su elaboración, se escoge la calabaza, procedente de los valles costeños o de la ceja de selva.. Los artesanos clasifican a la calabaza según posibilidades temáticas y estilísticas que esta ofrece. Una vez seleccionada la materia prima, el artesano procede al burilado, el cual tiene distintos grados de complejidad en función al diseño que se busca plasmar. Las imágenes son primero trazadas a lápiz y luego incisas con un buril. Finalmente, se llega a la fase del acabado que consiste en emplear el pirograbado, el fondo negro de tradición  huancaína, o alguna otra experimentación técnica contemporanea como el fondo blanco, o coloreado, llamado estilo primavera.

Para trabajar el mate burilado en Cochas Chico y Cochas Grande se utilizan herramientas como el buril, el calador, el cuchuco (cuchillo mediano con filo en todo el entorno), el “fondeador”, la lezna, el pirógrafo y el soplete a gasolina. Asimismo se utilizan diversos insumos como cenizas del árbol conocido como quinual (polylepis cacemosa), el aceite de linaza, grasa de cerdo, cal, yeso, jabón y barniz, entre otros.

English

Carved gourds

The ‘lagenaria vulgaris’ is a gourd, known since ancient times as ‘mate’, which was used since pre-Hispanic times as an input to elaborate several utilitarian objects such as containers and kitchen utensils, as well as religious magic objects. The practice of decorating gourds in the national territory dates back to pre-Hispanic times, with findings of decorated gourds dating back to 2500 years BC (found in Junious Bird in Huaca Prieta, Chicama Valley, La Libertad) and pyrography gourds dating back to 2220 years BC (findings of Haas and Creamer). Since then, this practice has been maintained in different parts of the country throughout the colonial and republican periods.

The decorated gourds made before the arrival of the Spanish conquistadors in Peru display geometric and figurative motifs related to the worldview of the people who made them. From the colonial period onwards, representations of characters dressed in the Western style of the time appeared in the form of portraits, and silver gourds for drinking yerba mate abounded.

The customary pattern of depicting scenes that is currently practised takes up events in the villages or scenes from everyday life in the 19th century. At present, this expression has two predominant schools: that of the northern coast, with the technique of acid-burnt mate, and that of Cochas Chico and Cochas Grande in the Mantaro valley, with the techniques of pyrography and black background. Due to the antiquity and continuity of the techniques, the art of carving gourds in the annexes of Cochas Chicos and Cochas Grande is a support for the creativity and collective memory of the Mantaro Valley.

The mates of the Mantaro Valley at the beginning of the 20th century recorded scenes linked to the agricultural calendar and rituals, as well as local customs, traditions and festivals, trends that continue to the present day. Likewise, the carved gourds are transmitters of the memory of their creators, and through them, of the collective memory of the villages where this art is practised. For their production, the gourds are selected and the artisans classify them according to the thematic and stylistic possibilities they offer. Once the raw material has been selected, the artisan proceeds to carve the gourd, which has varying degrees of complexity depending on the design. The images are first traced in pencil and then incised with a burin. Finally, the finishing phase is reached, which consists of using pyrography, the black background of the Huancaína tradition, or some other contemporary technical experimentation such as the white or coloured background, known as the spring style.

To work, tools such as the burin, the calador, the ‘cuchuco’, the ‘fondeador’, the awl, the pyrographer and the petrol torch are used. They also use a variety of inputs such as ashes from the tree known as quinual (polylepis cacemosa), linseed oil, pork fat, lime, plaster, soap and varnish, among others.

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