Talla y Escultura en Madera de la Chiquitanía Boliviana

El desarrollo del arte de tallado y escultura en madera en Bolivia tiene como uno de sus principales escenarios la región tropical de la Chiquitanía, en el Departamento de Santa Cruz. Los antecedentes de este arte se remontan a la elaboración de máscaras rituales por las poblaciones indígenas que habitaron la zona en tiempos prehispánicos. […]

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El desarrollo del arte de tallado y escultura en madera en Bolivia tiene como uno de sus principales escenarios la región tropical de la Chiquitanía, en el Departamento de Santa Cruz. Los antecedentes de este arte se remontan a la elaboración de máscaras rituales por las poblaciones indígenas que habitaron la zona en tiempos prehispánicos. Pero, fue en la época colonial, con el establecimiento de las Misiones Jesuíticas, entre 1691 y 1760, que este arte alcanzó su máximo esplendor.

A su llegada, los jesuitas redujeron a la población indígena en pueblos con nombres cristianos: San Francisco, San Rafael, San José, San Juan, Concepción, San Miguel, San Ignacio, San Tiago, Santa Ana, Santo Corazón. Su trabajo misional consistía en dos objetivos: 1) Evangelizar a los indígenas y 2) “Civilizarles”, a través de enseñarles artes y oficios diversos. Una de estas artes fue la talla y escultura en madera. Bajo la tutela jesuita se construyeron imponentes iglesias con gran parte de su estructura en madera tallada de estilo barroco mestizo; así como del ornato sacro respectivo: retablos, púlpitos, cajonería de sacristías, sillas, confesionarios, atriles, etc., aprovechando la riqueza forestal de la región.

Con la expulsión de los jesuitas el año 1767 las iglesias entraron en un paulatino deterioro, hasta la década del 70 del siglo XX, cuando se comenzó la tarea de restauración de estas monumentales obras arquitectónicas. Este hecho significó un nuevo auge o el renacimiento de la talla y escultura en madera en la Chiquitanía, surgiendo hábiles maestros que ya no trabajan sólo con motivos religioso-cristianos, sino que pretenden recuperar en sus obras la identidad e historia regional. Todo esto con el apoyo de instituciones como el Centro para la Participación y el Desarrollo Sostenible CEPAD y la Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo AECID, que promovieron cursos y talleres para la formación de artesanos talladores; aunque otros afirman que reaprendieron fácilmente este arte sin pasar cursos, porque llevan el talento y habilidad en la sangre.

Para el tallado y escultura en la Chiquitanía se utilizan diferentes tipos de madera: cedro, mara y roble que son livianas y fácilmente trabajables para hacer cuadros y obras de pequeño formato. También se emplea el cuchi para columnas y otras maderas como el sirari, paquió y tajibo que sirven para las esculturas grandes. Las herramientas que se emplean son: motosierra para cortar la madera, amoladora para lijar y para el trabajo mismo del tallado de usan mazos, gubias, escoplos y formones.

El procedimiento comienza con la selección y preparación (secado) de la madera;  un diseño o dibujo que debe plasmarse en la madera; la talla en sí, que es un trabajo manual que puede durar pocos días a varios meses, dependiendo de la envergadura de la obra; el acabado, que consiste en el lijado y la aplicación de pigmentos, aceites o barnices, lo que también depende del gusto del maestro tallador, algunos prefieren el color natural, otros aplican tintes para avivar el color de la madera y otros realizan un acabado polícromo (principalmente, cuando se trata de artesanías menores); en cuanto al barniz, no siempre es usado por los talladores, ya que dicen que tapa la porosidad de la madera y no le permite respirar, afectando su durabilidad en el tiempo.

Los motivos del tallado y la escultura chiquitana son diversos. Figuras de carácter sacro, herencia de la época misional: ángeles, querubines, santos, etc. Figuras de carácter laico, enfatizado a partir de la década del 70 hasta la fecha: fauna, flora, paisajes propios del ambiente tropical de

la Chiquitanía; representaciones de la mitología y la cultura de las poblaciones locales (leyendas, actividades como la pesca, caza, etc.). También se realizan una variedad de objetos con fines utilitarios: cucharas, servilleteros, espumaderas, azucareras, percheros, etc., y muebles de carácter barroco.

Elementos como las iglesias coloniales, la música y, por supuesto, el arte del tallado y escultura en madera, fueron el fundamento para que la UNESCO declare las ex Misiones Jesuíticas como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1991. Actualmente, se reconocen como “culturas vivas” a las expresiones que devienen de ese periodo misional y constituyen uno de los pilares de la identidad oriental de Bolivia, más allá de su región andina. Las obras en madera se pueden hallar en talleres y centros artesanales de los pueblos de la Chiquitanía: San Javier, Santa Rosa, Concepción, San Ignacio de Velasco, San Miguel de Velasco, San Rafael, Santa Ana, San José; también en tiendas artesanales en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.

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Wood carving and sculpture from the Chiquitanía in Santa Cruz.

The development of the art of wood carving and sculpture takes place in the tropical region of Chiquitanía, in the Department of Santa Cruz. The history of this art can be traced back to the elaboration of ritual masks by the indigenous populations that inhabited the area in pre-Hispanic times. It was in colonial times, with the establishment of the Jesuit Missions, between 1691 and 1760, that this art reached its peak. Upon their arrival, the Jesuits reduced the indigenous population into villages with Christian names: San Francisco, San Rafael, San José, San Juan, Concepción, San Miguel, San Ignacio, San Tiago, Santa Ana, Santo Corazón. Their missionary work consisted of two objectives: 1) to evangelise the indigenous people and 2) to “civilise” them by teaching them various arts and crafts. One of these arts was wood carving and sculpture. Imposing churches were built with a large part of their structure in carved wood in the mestizo baroque style, as well as the respective sacred ornamentation: altarpieces, pulpits, sacristy boxes, chairs, confessionals, reading stands and more, taking advantage of the forest wealth of the region.

After their expulsion in 1767, the churches fell into a gradual deterioration, until the ’70s of the 20th century, when the task of restoring these architectural works began. This meant the rebirth of carving and sculpture in the Chiquitanía, with the emergence of skilled masters who no longer worked only with religious-Christian motifs, but who sought to recover the regional identity and history in their works. All this with the support of institutions such as the Centre for Participation and Sustainable Development CEPAD and the Spanish Agency for Development Cooperation AECID, which promoted courses and workshops for the training of artisan carvers.

Different types of wood are used for carving: cedar, mara and oak, which are light and easily worked to make paintings and small works. They also use “cuchi” for columns and other woods such as “sirari”, “paquió” and “tajibo”, which are used for large sculptures. It begins with the selection and preparation (drying) of the wood; the carving itself, which is a manual job that can take a few days or months, depending on the size of the work; the finishing, which consists of sanding and the application of pigments, oils or varnish, which also depends on the taste of the master carver, some prefer the natural colour, others apply dyes to enliven the colour of the wood and others apply a polychrome finish; as for the varnish, it is not always used by the carvers, as they say that it covers the porosity of the wood and does not allow it to breathe, affecting its durability over time.

The motifs of carving and sculpture are diverse. They include figures of sacred art: angels, cherubs, saints, etc. There are also figures of a secular nature, emphasised from the 1970s to date: fauna, flora, landscapes and representations of the mythology and culture of the local populations. A variety of utilitarian objects are also made: spoons, napkin rings, skimmers, sugar bowls, coat racks, etc., and baroque furniture.

Elements such as colonial churches, music and the art of wood carving and sculpture were the basis for UNESCO to declare the former Jesuit Missions a World Heritage Site in 1991. Today, the expressions that come from this missionary period are recognised as “living cultures” and constitute one of the pillars of Bolivia’s eastern identity, beyond its Andean region.

The wooden works can be found in workshops and craft centres in the towns of Chiquitanía: San Javier, Santa Rosa, Concepción, San Ignacio de Velasco, San Miguel de Velasco, San Rafael, Santa Ana, San José; also in craft shops in the city of Santa Cruz de la Sierra.

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